Serguéi Sobianin, el político que vino de Siberia para reformar Moscú
Aunque solo es la máxima autoridad en una ciudad de Rusia, Serguéi Sobianin es uno de los políticos más importantes del país. Es el alcalde de Moscú, controla una macrociudad que supone el 10% de la población rusa y que tiene más habitantes que países de la UE como Suecia o Hungría. Y este viernes aspira a revalidar su mandato una vez más, un cargo en el que lleva desde 2010. Además de ser la voz cantante en los que refiere a los asuntos locales de la capital rusa, es también uno de los nombres que suena como posibles sucesores del presidente ruso Vladímir Putin al ser uno de los pesos pesados en el seno de Rusia Unida, el partido oficialista ruso.
Del 6 al 8 de septiembre la ciudad de Moscú celebrará unas elecciones de la Duma local de la ciudad en las que se decidirá su composición, en la que actualmente Rusia Unida ya cuenta con mayoría, algo favorable para el actual edil y para el gobierno ruso. Acostumbrado a ganar sin demasiada complicación, como suele ocurrir en las elecciones en Rusia para el partido del gobierno, en 2013 tuvo su única carrera electoral disputada en la que luchó por el liderazgo de Moscú con el opositor ruso Alekséi Navalni, fallecido este año en una colonia penal en el Ártico. Desde entonces ha ganado holgadamente el resto de comicios locales sin apenas oposición debido a la falta de oportunidades de la oposición.
Debido a su gestión de la capital y su peso en el partido, es un nombre a tener en cuenta para el día en el que el líder ruso Vladímir Putin decida abandonar el poder. Conocido en todo el país y tenido en cuenta en las encuestas de popularidad a nivel nacional. En una de las últimas encuestas del Centro de Opinión independiente Levada, para el 2% de los rusos fue la persona más importante del 2023. En esa lista comparte espacio con Putin, el presidente estadounidense Joe Biden, el jefe de los mercenarios Wagner Yevgueni Prigozhin, entre otros. Desde que empezó la guerra rusoucraniana en 2022, ha mantenido cierta neutralidad evitando hablar abiertamente del conflicto, a pesar de que si ha esgrimido una postura de tolerancia cero con cualquier intento de protesta contra la guerra.
El constructor
Con 14 años de gestión en su haber, es conocido por los moscovitas por haber puesto la ciudad patas arriba para modernizarla, embellecerla y renovarla en numerosas ocasiones, algo que no siempre es del agrado de los locales. “Bajo su liderazgo siempre hay obras en alguna parte” señala Yevgueni. “Algunas malas voces aseguran que es porque tiene vínculos con empresas de la construcción” añade. Durante su mandato se han peatonalizado algunas de las calles de Moscú, se modernizaron tanto las mismas avenidas como el transporte público, el mejor de todo el país euroasiático. Eso le hizo ganarse la mayor parte del apoyo de sus partidarios en la misma capital rusa, debido a la mejora sustancial que ha vivido la ciudad desde 2010, año en el que llegó a la alcaldía. Este cambio lo valoran especialmente aquellos que vivieron los difíciles años 90 y el deterioro de Moscú en aquella época. Otra de sus señas de identidad es la renovación periódica del asfalto de las carreteras de la ciudad, algo que congestiona aún más las calles moscovitas durante la duración de las obras.
Otra política que se critica entre sus detractores el poco respeto a las construcciones históricas para hacer crecer exponencialmente la capital rusa. Uno de los ejemplos más notorios son la demolición de algunos barrios o calles que eran agradables zonas ideales para familias, poblados con las llamadas “jrushovkas” (bloques de pisos de cinco plantas) para construir grandes macrobloques de viviendas modernas, expulsando a sus antiguos inquilinos para ello.
Otras razones que tienen sus detractores para quejarse de él son sus comentarios en contra de los inmigrantes, algo que pasó en sus primeros momentos como edil de Moscú, cuando señaló en una entrevista que “aquellos que hablan mal ruso, que tienen una cultura totalmente distinta a la rusa, es mejor que vivan en su país”, algo que despertó polémica cuando lo dijo en 2013. Desde el exterior del país también se le criticó por su postura en contra de los desfiles del orgullo gay, una postura, sin embargo, común en Rusia, especialmente desde 2024, cuando las autoridades rusas añadieron al Movimiento LGBT internacional en la lista de organizaciones extremistas, donde se encuentran organizaciones como Estado Islámico o diferentes grupos neonazis.
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