Los armenios del Karabaj, en vilo tras la rendición ante Azerbaiyán
Arega, una joven de Stepanakert, la capital del Alto Karabaj, no duerme desde hace más de 48 horas. Pero en los últimos 10 meses no es que haya podido conciliar el sueño plácidamente porque aunque ella está fuera de la región, en Ereván, la capital de Armenia, sus padres y su familia entera han estado atrapados en Stepanakert debido al bloqueo que estableció Azerbaiyán en diciembre de 2022.
Antes de que Azerbaiyán lanzara su ofensiva militar el pasado martes, la comida escaseaba y las medicinas no llegaban, pero el peligro no parecía acechar cada minuto. La vida para los padres de Arega no era una cuenta atrás. Ahora sí lo es. “Ya no están seguros. Ya nadie está seguro. Es un horror. Es el fin. No puede ser. Es increíble. No puede ser”, dice la joven, entre gritos y sollozos, en conversación telefónica.
A su alrededor se escuchan más gritos de otras personas. Se percibe la desesperación. Ereván, este jueves 21 de septiembre, Día de la Independencia de Armenia, vive en un ‘atrezzo’ de profecía del fin del mundo, en un presente al que no se le ve un futuro.
Después de la rendición de las autoridades del Alto Karabaj ante Azerbaiyán, este jueves han empezado las conversaciones para llegar a un acuerdo que sirva para que Bakú retome el control total de la región, constituida como un estado ‘de facto’ en 1991 durante la primera guerra del Karabaj.
En la zona, hasta ahora vivían 120.000 armenios, sobre todo en la capital, Stepanakert. Es su futuro lo que es toda una incógnita. El Gobierno azerbaiyano insiste que estos armenios son sus ciudadanos y que sus derechos serán respetados una vez el Alto Karabaj forme parte de Azerbaiyán.
No son más que palabras. Todo hombre mayor de edad del Karabaj ha luchado en algún momento contra el Ejército azerbaiyano, tanto en la guerra de los 90 como en la de 2020; todo armenio —como también azerí, cuya derrota en la primera guerra del Karabaj fue traumática por los mismos motivos que el momento actual lo es para los armenios— conoce de cerca a alguien que falleció en el conflicto. Con el odio entre armenios y azerbaiyanos reincendiado, es difícil pensar que un número considerable de armenios del Karabaj opte por quedarse en la región.
“No sé qué decir… Mis padres aún están en casa, pero no estoy segura. Las comunicaciones no funcionan, pasan muchas horas entre que conseguimos hablar. No sé… de verdad que no sé…”, continúa Arega, que no lo dice pero lo piensa: cree que ya nunca más volverá a ver su Stepanakert natal.
Victoria y rendición
En esa ciudad, mientras tanto, la tensión sigue siendo alta. Durante la mañana de este jueves han tenido lugar pequeñas escaramuzas entre soldados azerbaiyanos destacados cerca de Stepanakert y facciones armadas locales que, contrarias a la orden de sus superiores de entregar las armas, han decidido sublevarse. Estos combates, sin embargo, han sido esporádicos y han durado tan solo unas horas.
“Nuestro Gobierno ha preparado viviendas para albergar como mínimo a 40.000 familias del Karabaj en caso de que sea necesario”, ha dicho este jueves el primer ministro armenio, Nikol Pashinyán, muy discutido en los últimos días por los sectores más nacionalistas del país, que le acusan de haberse apartado del conflicto. En realidad, su margen de maniobra era escaso. Desde el final de la segunda guerra del Karabaj de 2020, el Ejército de Armenia no tiene respuesta posible ante el azerbaiyano, modernizado gracias al dinero del petróleo y la ayuda de Israel y Turquía, las grandes aliadas de Azerbaiyán.
Noticias relacionadas
“A pesar de estas viviendas que tenemos preparadas, sigo creyendo que los armenios del Karabaj deberían tener la oportunidad de quedarse en sus casas y estar seguros allí. En nuestras conversaciones, les he expresado a las autoridades del Karabaj que la evacuación de la zona no tiene que ser ni el plan a ni el plan b. Azerbaiyán no puede quitarse su responsabilidad si lo que quiere es limpiar étnicamente la región”, ha continuado Pashinyán.
Ahora mismo, sin embargo, todo está en el aire. Y tras la victoria azerbaiyana en la ofensiva relámpago de este martes, el futuro está en manos de los deseos y designios de un solo hombre: el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev. Lo que él decida marcará el final de un conflicto, el del Karabaj, con más de 100 años de historia.