La ultraderecha aboca a EEUU a un cierre parcial del gobierno

Los temores globales sobre la ingobernabilidad creciente en unos Estados Unidos radicalmente polarizados, y donde el ala ultra del Partido Republicano ha cobrado un poder desmedido, siguen probándose fundados. Salvo un milagro político de última hora que prácticamente nadie espera, el país se va a quedar sin presupuesto federal operativo desde el primer minuto de este domingo, abocado a un inminente cierre parcial del gobierno.

A partir de la semana que viene cientos de miles de trabajadores federales serán puestos de baja forzosa o, como en el caso de los miembros de las fuerzas armadas, se verán obligados a seguir trabajando sin saber cuándo cobrarán su próximo salario. Numerosas agencias verán afectado su funcionamiento y los ciudadanos sufrirán interrupciones en varios servicios del gobierno, incluyendo casi siete millones de mujeres y niños que reciben ayuda para alimentos. Y nadie tiene previsiones de cuándo puede llegar una solución. El último cierre parcial del gobierno, en el mandato de Donald Trump, fue el más larga de los 21 que se han producido desde 1976 y duró 34 días.

 

Una convulsión anticipada

La convulsión se anticipaba desde hace tiempo. En enero Kevin McCarthy tuvo que hacer importantes concesiones a los miembros de la ultraderecha para asegurar, tras un proceso humillante y agónico, su elección como presidente de la Cámara de Representantes. En junio logró mantener unidas a las facciones del Partido Republicano para aprobar in extremis un acuerdo pactado con la Casa Blanca que elevó el techo de la deuda y evitó que EEUU entrara por primera vez en su historia en una situación de impago a cambio de recortes y límites en el gasto.

A la hora de poner en la práctica ese acuerdo, no obstante, los radicales se han rebelado contra McCarthy, en un acto de desafío político que amenaza con no ser el último. Y cuando el ‘speaker’ sometió este viernes a votación una resolución temporal que habría asegurado el presupuesto operativo solo durante 30 días al gobierno mientras se seguía negociando, 21 republicanos (17 más de los cuatro votos que puede permitirse perder con su exigua mayoría) se han sumado a los demócratas, que rechazan la propuesta porque incluye severos recortes de casi el 30% en programas del gobierno, no incluye ayuda militar ni económica para Ucrania e impone la reactivación de “todas las actividades relacionadas con la construcción del muro en la frontera” con México.

La resolución, además, no tenía ninguna opción de ser aprobada en el Senado, controlado por los demócratas. Y su fracaso deja debilitado a McCarthy para negociar con la Cámara Alta, donde los dos partidos sí han acordado una propuesta que aseguraría la financiación durante seis semanas e incluye 6.000 millones de dólares para Ucrania y 6.000 para ayuda nacional por desastres domésticos, aunque tampoco tiene garantizada su aprobación en una votación prevista para el sábado.

Los plazos, en cualquier caso, hacen prácticamente imposible una aprobación antes del domingo. E incluso si McCarthy acabara cediendo e intentara aprobar una propuesta como la del Senado, para lo que podría contar con apoyo demócrata, puede dar por garantizado un intento de la ultraderecha de sacarlo de su cargo, un proceso que según algunas fuentes ya tienen decidido empezar.

La lucha intestina entre republicanos ha sido denunciada por los demócratas como una “guerra civil entre extremistas MAGA”, las siglas del movimiento trumpista, pero lo cierto es que los radicales indignan a muchos de sus compañeros de filas. “Estoy cansado de estos payasos de circo”, ha dicho Mike Rogers, un congresista republicano de Alabama que ha votado para mantener el gobierno abierto. “Tienen que crear un circo para poder actuar, de eso se trata”.

 

 

 

 

 

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